Esta serie retoma cuestiones ya presentes en proyectos anteriores –véase Dramatis Personae (2015)– como la naturaleza representacional de las relaciones humanas y ese aspecto siempre construido de la personalidad individual a través de la mirada. Con nuevas imágenes extraídas, en su mayor parte, de referencias cinematográficas, investigamos aquí aquellos límites que separan lo inmóvil de lo viviente, lo presente de lo ausente, y que tanto caracterizan la relación originaria entre la realidad y su imagen. La muerte privilegia de manera particular esta connotación de imagen y doble que todos somos; ese objeto inanimado que deviene el cuerpo se acerca entonces al terreno de lo escultórico, así como las estatuillas o máscaras funerarias nacieron para conservar esta apariencia que en adelante estará ausente. Retener, guardar para volver a ver son pues la voluntad del registro de lo fugitivo y cambiante; pues toda imagen es instante, y al mismo tiempo es la eternización de ese instante, inmovilidad que prolonga su posibilidad de ser vista, e interrupción atemporal del discurrir cotidiano propia de la experiencia estética.